Un “agujero negro” de información: el desafío urgente de proteger a los tiburones que habitan el mar patagónico

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Investigadores del CONICET explican que la biología de estas especies —de crecimiento lento y pocas crías— no resistiría la presión pesquera actual. Esta semana, en Rawson y Puerto Madryn, se presentarán datos inéditos que buscan llenar el «agujero negro» de información que impide proteger lo que no se ve.

Proteger a los grandes depredadores del mar profundo no es una tarea sencilla ni unidimensional. Requiere un delicado equilibrio entre legislación, ciencia y manejo pesquero. El Dr. Nelson Bovcon, investigador del CONICET y referente en fauna marina de la región, es claro al definir la estrategia: no existen soluciones mágicas, sino un conjunto de medidas urgentes.

«No hay una receta exacta para decir cuál es la mejor acción para minimizar el impacto, pero sabemos que las áreas protegidas funcionan y son fundamentales. También lo son las zonas de veda y la correcta identificación de las capturas para saber cuánto se pesca de cada especie», explica Bovcon.

El especialista pone el foco en un debate técnico pero crucial: la modificación de las artes de pesca, específicamente en la pesca de arrastre, el método más extendido en la plataforma. «Es difícil que cambios en el arte de pesca reduzcan drásticamente las capturas incidentales, pero hay detalles a evaluar. Por ejemplo, en la pesquería de langostino, habría que estudiar si achicar la abertura vertical de la red realmente ayuda a que entren menos peces acompañantes», detalla.

Ciencia para la conservación

Este debate sobre cómo mitigar el daño cobra nueva relevancia esta semana. El Gobierno del Chubut y el Grupo de Estudio del Mar Profundo de Argentina (GEMPA) realizan desde hoy en Rawson y Puerto Madryn una serie de encuentros de divulgación. El disparador es el material recopilado hace unos meses durante la expedición Talud IV, cuando el buque Falkor (too) y sus robots submarinos transmitieron en vivo el fondo del mar argentino, un evento que cautivó a miles de personas.

Pero para los biólogos, esas imágenes van más allá del asombro: son la evidencia necesaria para justificar medidas de protección. Los tiburones y rayas de profundidad enfrentan una «tormenta perfecta»: viven en un ambiente extremo y tienen una biología que no les permite recuperarse de la sobrepesca.

Una biología frágil en un mar industrializado

«Estas especies son muy vulnerables justamente por su historia de vida», advierte Bovcon. A diferencia de otros peces que ponen millones de huevos, los tiburones de profundidad tienen una estrategia reproductiva lenta. «Tienen baja fecundidad, pocas crías por año, son muy longevos y tardan muchos años en alcanzar la madurez sexual. De algunas especies ni siquiera sabemos si se reproducen todos los años o cada tres».

Photo by (C)Paul A. Selvaggio

Esta lentitud natural choca de frente con la velocidad de la industria pesquera. Alejo Irigoyen, investigador del CESIMAR-CONICET especializado en Ecología Marina, explica el riesgo: «Al estar naturalmente en baja densidad, soportan tasas de extracción muy bajas. Cualquier presión pesquera, o incluso la captura incidental —cuando caen en redes dirigidas a otras especies—, reduce sus poblaciones fuertemente».

El problema de los datos: un «agujero negro»

Para proteger, se necesita saber qué hay y cuánto hay. Sin embargo, la Patagonia presenta un déficit histórico de información en comparación con el norte del país o Uruguay, donde existen más evaluaciones de stock.

«En la Patagonia no tenemos series de datos, seguimientos ni estimaciones poblacionales robustas», admite Irigoyen. Lo que existe es la memoria de los propios trabajadores del mar, que funciona como una señal de alerta temprana. «A partir del conocimiento empírico de los pescadores, la percepción es que hay menos tiburones que antes. Con el paso de las décadas, notan reducciones en las capturas de especies como el gato pardo, el cazón o el bacota. Pero el rasgo principal sigue siendo la falta de información científica sistematizada».

Aquí es donde la tecnología de los ROV (Vehículos Operados Remotamente) utilizada hace unos meses marca una diferencia. Permitió identificar visualmente a especies de aguas frías como el tiburón Somniosus antarticus o el tiburón gris (Hexanchus), observándolos en sus «cañadones» y refugios naturales, lejos de las redes que los sacan a superficie ya sin vida y sin contexto.

Agenda: Conocer para legislar

El «Encuentro GEMPA 2025» que se desarrolla esta semana busca socializar estos hallazgos, entendiendo que la presión social y el conocimiento público son vitales para impulsar Áreas Marinas Protegidas eficientes.