En cada jornada de limpieza costera que realizamos en Playa Unión (Rawson, Chubut), nos enfrentamos a un tipo de residuo que se ha vuelto símbolo del impacto de la actividad pesquera en nuestros ecosistemas marinos: los guantes amarillos. Este desecho, proveniente de la flota provincial de Rawson, lamentablemente ya es parte del paisaje y destaca por su cantidad y su color brillante, que contrasta con las tonalidades naturales de las piedras y la arena.
Estos guantes, utilizados por los trabajadores de la industria pesquera de la flota industrial en el puerto de Rawson, cumplen una función importante al proteger a los marineros mientras maniobran los productos marinos. Sin embargo, el flujo continuo de estos guantes y su acumulación en las playas (producto de una disposición final incorrecta o de que algunos son directamente arrojados al mar) está invadiendo y contaminando el entorno. La situación es especialmente visible cerca del puerto, donde encontramos una mayor concentración de estos residuos.
Un desafío extra en esta problemática se trata sobre la composición de estos guantes. Están fabricados con una combinación de polipropileno (PP) y algodón, materiales que en otros contextos pueden reciclarse por separado. El polipropileno, uno de los plásticos más usados en industrias diversas, es reciclable y se utiliza para fabricar una gran variedad de productos. Sin embargo, en este caso, la fusión de PP y algodón en un solo elemento impide su reciclaje en la zona, ya que no existen instalaciones ni procedimientos para procesar ambos materiales combinados. Esto genera un impacto grave, especialmente porque no hemos encontrado en el área opciones de reciclaje que permitan transformar estos guantes en mal estado, cuyo volumen crece con cada temporada de pesca.
Actualmente, estos guantes, que en otras circunstancias podrían destinarse a la reutilización, terminan en el mejor de los casos como relleno sanitario, a diferencia de otros plásticos que recolectamos en nuestras campañas de limpieza y que sí pueden ser enviados a plantas de tratamiento. La situación es, como mínimo, preocupante, ya que cada limpieza revela cientos de estos guantes desechados, y cada día de zafra incrementa su volumen, generando una ecuación ambiental insostenible. Este problema plantea importantes interrogantes y exige un compromiso coordinado entre todos los actores involucrados. Una gestión responsable de estos residuos en cada eslabón de la industria pesquera es esencial para comenzar a reducir el daño ambiental y evitar que esta situación, que parece no tener fin, continúe afectando los ecosistemas costeros.