El pasado fin de semana ocurrió, sin exagerar, un hito histórico en Argentina. Científicos, políticos, jóvenes ambientalistas y la comunidad en general se reunieron en Comodoro Rivadavia, en el marco del Congreso Misión Atlántico, para visibilizar, trabajar en conjunto y comprometerse a realizar acciones concretas en torno a la conservación del Mar Argentino.
El evento contó con la participación de destacados oradores nacionales e internacionales, quienes compartieron sus conocimientos y experiencias sobre áreas marinas protegidas alrededor del mundo.
Junto con las destacadas exposiciones de los expertos, fue clave la participación de la juventud y el activismo como ejes centrales para promover la comunicación y la participación de los distintos sectores de la sociedad.
En este marco, Lucía Castro y Camila Pignocchi, coordinadoras de la Fundación Sin Azul No Hay Verde, brindaron una elocuente exposición para mostrar el rol de las ONGs, las consecuencias de la pesca de arrastre, la urgencia de crear áreas marinas protegidas y la necesidad de repensarnos como sociedad.
“Buscamos llenar esa grieta de comunicación que existe entre la sociedad que, en muchos casos, está desconectada del mar, con todo aquello que sucede en él. Lo bueno y lo malo”, de esta manera abrió la exposición Lucia Castro, dejando en claro el rol de la Fundación.
Las problemáticas
La pesca de arrastre es uno de los enemigos principales de la conservación marina, y las distintas exposiciones del Congreso no hicieron más que dejarlo en claro. Si bien en el país existen regulaciones vigentes, las mismas no se están llevando a cabo.
“Nos encontramos con un manejo y una administración con muy poco control, fiscalización y transparencia. No hablamos de que no hay regulación, sino de la ausencia de aplicación de la misma”, remarcó Lucía Castro.
Y agregó: “En estos momentos, hay muchos barcos afuera, actuado como si el Mar Argentino fuese una fuente inagotable de recursos y un basurero al mismo tiempo”.
Las áreas protegidas y el trabajo conjunto
La necesidad de crear áreas protegidas en el mar fue uno de los ejes centrales del Congreso. De esta necesidad tampoco quedaron dudas. En este sentido, el debate se amplió porque, a priori, el sector de la pesca vería afectada su industria si esto se lleva a cabo.
Pero aquí apareció uno de los grandes fundamentos que transformó este evento en un hito. Y es que la consolidación de las áreas protegidas genera, a largo plazo, un beneficio para todos. “La industria necesita de un mar lleno de vida, pero, para eso, es necesario que el ecosistema este saludable y sea funcional”, explicó Lucía Castro.
Y completó: “La creación de las áreas marinas protegidas es clave porque es una herramienta que resguarda a las especies, permitiendo que el ecosistema se restaure, y provea refugio para especies que son de interés para la industria pesquera. Generando beneficios para todos”.
Otra perspectiva
En algún momento, el científico Albert Einstein dijo: “No se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia que lo creó”. Esta reflexión es perfectamente aplicable a la problemática que está atravesando la sociedad en torno a la protección del mar. No podemos seguir actuando de la misma forma que nos llevó a estar en esta situación. Es necesario un cambio de paradigma que genere otros resultados.
“Tenemos que animarnos a nuevas soluciones, creemos que las cosas se pueden hacer de otra manera, pero tenemos que estar todos juntos. Tenemos que hacernos la pregunta: ¿hacia qué futuro queremos ir y cómo queremos proteger nuestro océano?”, reflexionó Lucía Castro.
“Necesitamos zonas de conservación estrictas, no parques de papel. Este tema debe ser una prioridad en la agenda de los gobernantes, de las organizaciones, de los jóvenes y, porque no también, de la industria pesquera”, concluyó a modo de cierre, Camila Pignocchi.