Redefiniendo la pesca sostenible: 11 reglas para frenar el colapso de los océanos

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Expertos en el estudio de los océanos han presentado un informe revolucionario que redefine el concepto de pesca sostenible, planteando 11 reglas que desafían el enfoque actual de gestión pesquera.

Este nuevo marco busca corregir las fallas en las políticas vigentes, proponiendo un cambio de paradigma para proteger el mayor recurso común de la Tierra: los océanos. La publicación, titulada «Repensar la sostenibilidad de la pesca marina para un planeta que cambia rápidamente», fue presentada en la revista NPJ Ocean Sustainability.

Los investigadores esperan que este informe impulse una reforma integral en la gestión pesquera, instando a políticos, minoristas, pescadores y líderes de la industria a adoptar y aplicar estas recomendaciones. Con esta nueva visión, el objetivo es garantizar la salud a largo plazo de los ecosistemas marinos y asegurar que la pesca sostenible sea una realidad ante los cambios globales acelerados que enfrenta el planeta.

El informe plantea 11 reglas para guiar la transición hacia un modelo pesquero que priorice la salud de los ecosistemas marinos, los derechos humanos y el bienestar social. Las propuestas son el resultado de un consenso científico sobre la necesidad de cambiar radicalmente el enfoque actual, que ha provocado el agotamiento de especies y la destrucción de hábitats cruciales para la vida marina.

Las reglas que buscan el cambio

1 – La necesidad de pescar menos y con mayor responsabilidad

La sobrepesca, entendida como la captura excesiva que lleva a la disminución de las poblaciones por debajo de niveles productivos, es uno de los mayores responsables de la simplificación de los ecosistemas marinos, perjudicando su funcionamiento y resiliencia. Para revertir esta tendencia, es esencial reducir la presión pesquera y permitir la regeneración de las poblaciones de peces. “El uso de métodos más selectivos, como redes con mallas más grandes que eviten la captura de especies no objetivo, es una de las primeras medidas que se proponen para mitigar el daño ambiental y promover un equilibrio ecológico”, sostiene el informe.

Gestionar las pesquerías para apoyar niveles más altos de biomasa en la naturaleza tanto para especies objetivo como no objetivo ayudaría a reconstruir el funcionamiento y la resiliencia del ecosistema, reducir el riesgo de gestión, aumentar el margen de error y amortiguar los efectos de las fluctuaciones y cambios ambientales.

Mantener una mayor biomasa también podría mejorar la capacidad del océano para secuestrar carbono. Adoptar un objetivo de biomasa de al menos el 60% de los niveles no explotados (o un punto de referencia poblacional apropiado para poblaciones naturalmente muy variables) aseguraría mejor el funcionamiento del ecosistema y minimizaría el riesgo. En ausencia de datos detallados de evaluación de stocks, se pueden adoptar tasas de explotación precautorias basadas en el conocimiento ecológico local y/o valores de poblaciones mejor monitoreadas de la misma o de especies comparables.

2 – Descartar los métodos de pesca destructivos

La acción propuesta propone descartar métodos de pesca que generen daños colaterales significativos en los ecosistemas. Cuando las prácticas de pesca no se pueden modificar para mitigar suficientemente los daños colaterales y van en contra de los principios de sostenibilidad, deben cesar.

La utilización de redes de arrastre sigue causando impactos graves. Esta práctica destruye hábitats marinos y alteran la bomba de carbono oceánica, lo que contribuye al cambio climático. Además, la pesca con artes móviles genera capturas incidentales y desperdicio, afectando negativamente a especies vulnerables. Se recomienda utilizar artes de pesca más selectivas, como palangres, y modificar las prácticas pesqueras para reducir los daños y promover la sostenibilidad.

3 – Limitar el tamaño de las embarcaciones

El aumento de la capacidad pesquera, impulsada por la creciente sofisticación de  las tecnologías y el otorgamiento de subsidios, ha exacerbado el problema de la sobreexplotación.  La escala de los impactos aumenta con mayor capacidad. En conjunto, estas características pueden llevar a la disminución localizada de especies objetivo y no objetivo. Limitar el tamaño de las embarcaciones y mejorar la gestión de los equipos de pesca no solo ayudaría a reducir el impacto ambiental, sino que también podría generar más empleo y una distribución más equitativa de los beneficios.

Muchas pesquerías son altamente intensivas en carbono, quemando grandes cantidades de combustibles fósiles. Entre los peores desempeños en términos de combustible quemado por tonelada de desembarques están las pesquerías de crustáceos, las que operan en aguas distantes, las que utilizan artes móviles pesados como los arrastres.

4 – Abastecerse únicamente de pesquerías con buena gobernanza

La gestión de pesquerías requiere datos biológicos sólidos, regulación preventiva y un manejo responsable, especialmente para las especies transfronterizas como el atún, que a menudo son sobreexplotadas debido a decisiones políticas y cuotas excesivas. Incluso las pesquerías en pequeña escala pueden lograr la sostenibilidad aplicando conocimientos ecológicos locales, ajustando la presión pesquera y estableciendo reglas claras. Esto es esencial para evitar ciclos de colapso pesquero y garantizar la preservación de los hábitats marinos.

Antes de ser abiertas, todas las pesquerías deberían requerir conjuntos de datos a largo plazo a partir de los cuales se puedan establecer consejos científicos sólidos y reglas de gestión claras para evitar ciclos repetidos de fracaso. Un principio básico de trabajo es que cuanto menos se sepa sobre un pez y su lugar en el ecosistema y el mundo, más preventiva/protectora debería ser la gestión pesquera.

5 – Incorporar la protección de los ecosistemas en la gestión pesquera

La protección de los ecosistemas ha sido tradicionalmente ignorada en la gestión pesquera, pero es esencial para la sostenibilidad a largo plazo. Para una gestión pesquera sostenible, es crucial incorporar medidas de conservación espacial y temporal, como las áreas marinas protegidas, que protejan hábitats vulnerables, promuevan su recuperación y dirijan la pesca lejos de áreas de alta vulnerabilidad ecológica. Estas prácticas permiten salvaguardar los ecosistemas marinos, capital natural sobre el cual se fundamentan las pesquerías, asegurando la viabilidad de estas a largo plazo.

Si las pesquerías van a ser sostenibles en un sentido más amplio, los gestores no deben ignorar su responsabilidad de proteger hábitats que son críticos para las etapas de vida, mantener el funcionamiento de los ecosistemas y sustentar la fauna silvestre que afectan.

6 – Proteger las especies y hábitats más frágiles

Algunas especies y lugares, como las profundidades marinas, son inherentemente más vulnerables a la pesca. No se debería realizar pesca a más de 500 m de profundidad con artes industrializadas a gran escala. Las condiciones extremas de oscuridad, alta presión y frío significan que la productividad es baja en gran parte de las profundidades marinas, y las especies allí a menudo tienen historias de vida altamente vulnerables, lo que significa que son extremadamente lentas para recuperarse una vez que están agotadas.

La expansión de la pesca en estas áreas debe detenerse para preservar hábitats únicos y especies que juegan roles cruciales en el equilibrio de los océanos. Este enfoque incluye la propuesta de «congelar la huella de pesca», evitando que nuevas áreas sean explotadas sin un estudio previo de su capacidad de recuperación.

7 – Derechos humanos y equidad en la pesca

El informe también pone énfasis en los derechos humanos y en la equidad dentro de la industria pesquera. Las prácticas que violan los derechos de los trabajadores (como la pesca en condiciones de esclavitud, prácticas coercitivas, trabajo forzado e infantil y condiciones de vida y trabajo inseguras) deben ser eliminadas. Además, es fundamental garantizar que los beneficios de la pesca se distribuyan de manera justa, priorizando a las comunidades locales y a los pescadores de pequeña escala sobre las grandes corporaciones que a menudo monopolizan los recursos.

Proponen eliminar las pesquerías que violan derechos humanos, explotando a trabajadores con prácticas como la esclavitud y vulnerando la seguridad alimentaria de las comunidades locales. Estas pesquerías deben ser apartadas, y el pescado debe destinarse al consumo local, priorizando cadenas de suministro cortas para mejorar el bienestar social.

Necesitamos reenfocar las pesquerías que no contribuyen a la seguridad alimentaria hacia la producción de productos premium y el suministro de mercados locales, con una mayor retención de beneficios por parte de actores de pequeña escala, incluyendo pescadores, procesadores, comerciantes y comunidades locales.

8 – Transparencia y justicia en la gestión pesquera

Las decisiones sobre el acceso y la asignación de derechos de pesca son controvertidas, a menudo se toman a puerta cerrada y suelen basarse en precedentes históricos. Este enfoque favorece a algunos grupos sobre otros, a menudo sectores pesqueros con capital concentrado, gran poder de cabildeo y alto impacto ambiental.

La gobernanza pesquera debe ser justa y transparente, garantizando la participación de todas las partes interesadas, especialmente de las comunidades indígenas y los pescadores artesanales. Esta medida busca asegurar la inclusión, participación y una representación equitativa en los procesos de toma de decisiones, favoreciendo políticas que beneficien a quienes más dependen de los recursos marinos.

Es necesario un mayor reconocimiento y representación de los titulares de derechos (por ejemplo, Pueblos Indígenas, pescadores de pequeña escala, usuarios tradicionales de recursos) y grupos de interés, incluida la sociedad civil. De hecho, los grupos no gubernamentales, como las ONG ambientales y los grupos indígenas, son cada vez más valorados y se convierten en participantes activos en los procesos de toma de decisiones.

9 – Empresas responsables y sostenibles

Las empresas pesqueras deben adoptar prácticas globalmente responsables, respetando los derechos humanos y evitando el uso de «banderas de conveniencia» para operar en aguas con regulaciones más débiles. Estas compañías deben priorizar el bienestar local y rechazar la pesca ilegal, que no solo daña los ecosistemas, sino que también está vinculada a actividades delictivas y explotación laboral.

Una definición más inclusiva de sostenibilidad rechaza que los costos humanos y ambientales evitables se justifiquen en la búsqueda de ganancias.

10 – Eliminar subsidios que incentivan la sobrepesca

Se sabe  que los subsidios perjudiciales (desgravaciones fiscales sobre el combustible, descuentos en equipos de pesca, apoyo para los costos de construcción de embarcaciones o pagos por acceso a aguas extranjeras) contribuyen a la sobrepesca, al fracaso en la gestión, y más recientemente, a las emisiones de gases de efecto invernadero.

A pesar de algunos avances en la reducción de estos subsidios, como haber alcanzado el  Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca de la Organización Mundial del Comercio en 2022, que busca prohibir muchos de estos, aún quedan muchos incentivos financieros que siguen contribuyendo a la sobrecapacidad pesquera. Eliminar estos subsidios es crucial para evitar la sobreexplotación y la degradación de los ecosistemas marinos.

11 – Tolerancia cero hacia la pesca ilegal

Finalmente, se hace un llamado a implementar una política de tolerancia cero hacia la pesca ilegal, que no solo compromete la sostenibilidad de las pesquerías, sino que también está ligada a crímenes transnacionales. Las empresas involucradas en estas prácticas deben ser excluidas de las cadenas de suministro para garantizar la transparencia y el cumplimiento de las normas.

Mirá en detalle, cada una de las 11 reglas

Un llamado a la acción

El informe subraya la urgencia de implementar estas reformas antes de 2030, una fecha límite clave para evitar más daños irreversibles a los ecosistemas oceánicos. Si no se toman medidas concretas, no solo las poblaciones de peces seguirán disminuyendo, sino que también se pondrá en riesgo la seguridad alimentaria de millones de personas. La transición hacia una pesca verdaderamente sostenible podría ser posible, pero requiere un cambio de mentalidad y la cooperación de todos los actores involucrados.

Enlace al informe completo del NPJ Ocean Sustainability